
La Primera Sala Penal de Apelaciones confirmó la condena de cadena perpetua para Pablo César Orencio Japa (41) y Gabriela Angélica Romero Rodríguez (39), por el delito de violación sexual de su hija, una menor de 11 años en la ciudad de Casma, provincia de Áncash.
Ambos fueron considerados culpables en primera instancia, donde se determinó que Orencio Japa abusó sexualmente de la niña en varias ocasiones, mientras que Romero fue calificada como cómplice primaria, ya que engañaba a la menor para llevarla a la habitación del agresor.

El caso salió a la luz cuando la menor, visiblemente afectada, confesó su sufrimiento a un familiar, lo que llevó a la denuncia ante las autoridades y al inicio de un proceso penal. La defensa argumentó que en la entrevista en cámara Gesell la menor no identificó directamente al acusado y que la evaluación psicológica no mostró afectación emocional.
Sin embargo, la Primera Sala Penal desestimó estos argumentos y ratificó la gravedad de los actos cometidos. La decisión de mantener la cadena perpetua subraya la importancia de proteger a las víctimas de abuso y de garantizar que los responsables enfrenten las consecuencias de sus acciones.

La sentencia busca enviar un mensaje claro sobre la intolerancia hacia la violencia sexual, especialmente cuando involucra a menores. Este caso resalta la necesidad de fortalecer los mecanismos de denuncia y apoyo para las víctimas de abuso.