
Las protestas en Machu Picchu, iniciadas el 14 de septiembre, han paralizado el servicio ferroviario y dejado a cientos de turistas varados en Cusco. La medida de fuerza fue convocada por pobladores que exigen el ingreso de los buses de la empresa San Antonio de Torontoy tras la culminación de la concesión de Consettur
La tensión escaló con enfrentamientos entre manifestantes y la Policía Nacional en la vía férrea, lo que dejó al menos 10 heridos.

El bloqueo de la ruta en sectores como Coriwayrachina y Salapunko obligó a suspender las operaciones de PerúRail e IncaRail, afectando directamente la conectividad hacia la ciudadela inca.
En medio de la crisis, turistas nacionales y extranjeros enfrentan graves dificultades. Algunos han sido evacuados en trenes humanitarios, mientras otros esperan en Ollantaytambo o han optado por improvisar traslados en pequeños carritos metálicos sobre los rieles. Hay familias que incluso han dormido en la vía pública por falta de hospedaje.
La situación también genera un fuerte impacto económico. Según Rosendo Baca, gerente regional de Turismo de Cusco, las pérdidas ya superan los 300 millones de soles debido a cancelaciones de paquetes turísticos y a la afectación de la imagen internacional del Perú como destino seguro.