
El juego es una actividad espontánea y placentera que las niñas y niños deciden. Con acciones referidas al cómo, dónde, qué y con quién quieren jugar, así como la definición de las reglas a seguir, desde el principio hasta el final de la actividad, ellas y ellos recrean y transforman su realidad, y a sí mismas (os) cada día.
La directora ejecutiva del Programa Nacional Cuna Más del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), Lourdes Sevilla Carnero, explica la importancia del juego y la interacción en la primera infancia.
El juego fomenta el aprendizaje y las habilidades físicas de las niñas y niños menores de 36 meses, asegura la directora ejecutiva del programa social.
Habilidades para toda la vida
De acuerdo con los lineamientos que el programa social fomenta, alineados con los siete logros del Desarrollo Infantil Temprano (DIT), el juego permite a las niñas y niños crear nuevas redes neuronales, lo que aumenta la velocidad de su procesamiento cerebral.
Esta actividad, corroborada por investigaciones científicas en todo el mundo, va acompañada de la generación de una serie de hormonas que trabajan en el cerebro, como la serotonina, acetilcolina, dopamina, endorfinas y encefalinas, producidas gracias a las emociones que ellas y ellos van experimentando mientras juegan.

“Una primera infancia saludable, segura y feliz no solo requiere que las niñas y niños gocen de un buen estado de salud y nutrición, también deben poder desarrollar un pensamiento crítico, comunicarse de manera efectiva y a iniciativa propia, así como tener la seguridad para expresar sus emociones. El juego facilita el ejercicio de todas estas habilidades”, puntualizó Sevilla Carnero.